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Descubre las apasionantes aventuras de un grupo de amigas en el S. XIX

miércoles, 21 de julio de 2010

Sobre nosotras


Evelyn: la frase más odiada por Eve era la de “no deberías meter tu bonita nariz en negocios. Eso es propio de hombres y plebeyas”. Contradecía todo lo que su padre le había enseñado desde pequeña. Siempre está preocupada por sus finanzas, manejando la herencia de su difunto padre. Esta ocupación ha conseguido labrarle un carácter frío, distante, controlador aunque intachablemente cortés. Pocas personas han podido conocerla más allá de su fachada intachable.
Rebecca: la cantinela que desde pequeña le habían repetido a Reb, y que pasó a ser el lema más odiado de la muchacha era “los hombres no aprecian que les den lecciones, prefieren una cabeza vacía y una sonrisa bonita”. ¿Una cabeza vacía? Pensaba cada vez que lo escuchaba ¿Cómo alguien podía tener la cabeza vacía cuando había tanto que leer y que aprender? Sentía una pasión desmedida por los libros, se escondía en ellos y tras sus gafas. Aún así en Lilihum encontró…”cabezas llenas”.
Catherine: la directora del internado intentó inculcarle una regla muy importante para una dama de su posición: “no debes mostrar excesivo interés por los hombres o pensarán que eres una cualquiera”. Ella nunca entendió porque, si desde pequeña el sexo contrario le había prestado una desmedida atención, la advertencia se la tenían que hacer a ella. Además su carácter indomable no le permitía dejarse domar por las rígidas reglas de la alta sociedad.
Jaqueline: “está bien ser reservada, pero tu futuro marido agradecerá un poco de interés”. Un marido, eso era un problema que ella no estaba dispuesta a soportar, así que no veía donde estaba el reparo a que su carácter fuera retraído. Le costaba mucho hablar con la gente y expresar sus sentimientos, pero tenía a su familia, y desde su paso por Orquídeas, también tenía a sus amigas, por lo que poco más le podía importar a ella si a ellos no les importaba su forma de ser.
Anne: desprendía vitalidad por todos los poros de su piel, era encantadora por naturaleza, pero había gente que la consideraba demasiado imprudente, impulsiva. Había una afirmación que podía hacerle perder la sonrisa, repetida hasta la saciedad por su niñera, en un intento de refrenarla “tanta efusividad terminará agotando hasta al hombre más persistente”. Eso era una tontería para ella, que estaba totalmente convencida de que el hombre que se casase con ella lo haría por amor, que no le importaría como fuese su personalidad, porque se aceptarían tal como fueran. Poca gente apoyaba su teoría, solo alimentada por su prima Rebecca, aunque las demás intentasen convencerla de lo contrario.

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